martes, 16 de diciembre de 2008

laberinto

Laberinto

En este laberinto no había hilo de retorno
al punto de partida
ni minotauros de bufidos horrendos ni
túneles ni oraciones precisas para aventar
el miedo, que todo transcurriera al aire libre
por respirar apenas golpearse la vida
contra los muros de casas verticales
y campos en los que el horizonte inalcanzable
era la única salida
el laberinto lleno de gentes caminando
a caballo en los trenes los coches, los hombres
levantando edificios para los desencuentros
inventando los libros guardados en bibliotecas estériles
para que otros intenten desentrañar futuros
rompezabezas de su vida.
Para creer en algo llenaron de poetas el laberinto
que dijeron amor desde los úteros primeros
cuando los partos justificaron a las madres
los científicos negaron, descubrieron matemáticas
mientras chocaban contra las altas paredes sin final
que enfrentaban los logaritmos con la estética
Santa Teresa levitaba de amor en el laberinto
de la noche oscura del alma ¿quería ser ella Dios?
¿como Dios? los poetas cantaban que sabían
el pasado de la amada sin haberlo vivido
porque estaban en ella eran la misma cosa
escapaban su alma en otras almas.
El amor como excusa sin fin del laberinto
el amor para borrar las cicatrices del encierro
el amor como metáfora de lo que no se tuvo nunca
y haberlo perdido

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