Elegía a un amigo
A Alejandro Martínez Arroyo
Te fuiste, amigo, y me dejaste en la ironía
de tu última broma impenetrable
sin decir los adioses de rigor sin poder compartirla
con el llanto regado en los atardeceres
apacibles de la conversación en los altares
de la presencia deseada y consentida
en las palabras que nos dijimos y en las que
aún había que pronunciar desconocidas
Eres silencio ahora como las tardes en las que los silencios
ahogaban nuestros pasos tras las charlas inútiles
eres silencio como las noticias que ya no interesaban
como las siestas campesinas del verano
como tus propias cenizas sospechosas de tierra y de cansancio.
¿Diré que has muerto? ¿que te fuiste por el camino de la fiebre
y de la medicina tanteadora de vida entre mortajas?
Digo que estuve la otra tarde donde estuve contigo
y eras tú ineludible recordando el patio de la casa
la niña que jugaba sola en el patio de la casa
el árbol anidado de pájaros en el patio de la casa
Es difícil vivir, amigo mío, mirando las cosas que mirabas
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